jueves, 14 de noviembre de 2013

CAPERUCITA Y OTROS RELATOS VASCOS DE TERROR (MIKEL RODRÍGUEZ)

Mikel Rodríguez (Oiartzun, 1967) llega con los deberes hechos. Y es que, siendo historiador y profesor de Historia, tiene los conocimientos necesarios para, partiendo de una sólida base real, crear relatos fantásticos. Eso es lo que ha hecho con "Caperucita y otros relatos vascos de terror", la segunda colección de relatos publicada por la editorial Txertoa que viene precedida por "Sacamatecas y otros relatos vascos de terror". Basándose en la amplia mitología vasca, el autor mezcla pasajes reales con sucesos terroríficos en un trabajo en el que realidad y ficción se fusionan totalmente.
Con 'Caperucita y otros relatos vascos de terror' sigue la misma línea marcada anteriormente, ¿no es así?
Si, hace dos años publicamos un libro llamado Sacamantecas y otros relatos vascos de terror que se componía de diferentes cuentos cortos del género de terror, llevando los mitos universales de ese género, el hombre lobo, el vampiro, el fantasma... al territorio vasco, mezclándolos con los mitos de aquí. Nuestra literatura oral tenía el gizon-otso, por ejemplo, que se diferencia de la imagen del hombre lobo del cine de Hollywood, que se parece más al hombre lobo celta; tenemos los vampiros, que en nuestro caso suelen ser las lamias o incluso las brujas, a las que se suele acusar de absorber la sangre de los niños; tenemos el equivalente de la Santa Compaña, Anima Erratuak, los muertos que no podían pasar al otro mundo y que se aparecían como fantasmas porque no se siguió correctamente los ritos para que pudieran descansar eternamente...
Una mitología que ha estado muy arraigada en la cultura vasca...
Sí, y la gente ha creído realmente en esos mitos mientras hemos sido un pueblo rural. Esas creencias se disuelven y desaparecen cuando se da el cambio del campo a la ciudad, cuando la industrialización hace que la gente deje de vivir junto al bosque o ya no tenga miedo de lo que ocurre por la noche porque, a fin de cuentas, vives en la ciudad y esos terrores desaparecen para ser sustituidos por otros diferentes.
¿El cristianismo no tuvo también cierta influencia en la desaparición de esas creencias?
La verdad es que el cristianismo, con la idea del infierno y del pecado, también vive del miedo de la gente. Por ejemplo, esto es curioso, en Centroeuropa la Iglesia era el intermediario para evitar estos espantos. Y aquí también, la gente se protegía del mal por métodos religiosos y a través de otros que eran anteriores al cristianismo, como por ejemplo los eguzkilores o el romero bendito. Del mal de ojo, la gente se protegía haciendo gestos con los dedos, pero también se podían fabricar un tuntun, que era un amuleto que se hacía con tela religiosa.
¿Con qué personajes se encontrará el lector en este segundo trabajo?
Por ejemplo, sale la reina Juana de Albret, en una historia ambientada en el siglo XVI que intentan eliminarla por medios sobrenaturales. Y es cierto que Juana de Albret aparentemente acaba asesinada por María de Medicis. María de Medicis, para que comprendamos al personaje, se protegía del mal de ojo con la piel desollada de un bebé sin bautizar. Estamos hablando de una época en la que la brujería está presente. Iradier es otro de los personajes, un alavés que fue el primer europeo que viajó por Guinea Ecuatorial; Jean Lafitte, un pirata de Baiona, un judío que en vez de dedicarse a la banca le dio por el corsarismo... Sale también Pío Baroja, no el escritor sino su abuelo, que era editor y estaba bastante relacionado con los negreros que hacían el comercio de ébano entre África y las colonias americanas.
Y el internado antiguo de Lekaroz, el escenario de uno de los relatos que conforman este libro.
Antes de convertirse en el colegio para las clases altas, fue un lugar para evangelizar Polinesia. Las islas de Polinesia tenían que ser evangelizadas por orden del Papa, por los capuchinos de la provincia de Navarra. Juego con la idea de que quizás uno de los principales autores del género del terror del siglo XX, Lovecraft, pone a uno de sus principales y más terroríficos personajes justamente en el lugar que debían evangelizar los capuchinos. Son los mimbres para escribir una buena historia.
Pero no acaba ahí la lista de personajes...
Se puede nombrar también a Martina Ibaibarriaga, un personaje fascinante. Se trata de una mujer que, travestida de hombre, luchó en la Guerra de la Independencia. Juego con ella para imaginar la historia de Caperucita y el lobo podría haber sido inspirada por sus andanzas. Hay alguna historia ambientada en el Camino de Santiago, otra ambientada en el valle de Baztán en el siglo V... El siglo V fue una época muy interesante de la que no hay mucha información. El único texto que existe sobre esa época es Alabanza de Pamplona, que muestra una ciudad rodeada por fuerzas enemigas y hostiles.
En estos relatos mezcla historia con dosis de fantasía. ¿Cuánto hay de lo uno y cuánto de lo otro?
Yo soy historiador y esa parte se nota. Aunque también hay otras historias ambientadas en el presente. En una de ellas tomo como escenario la base del ejército norteamericana en Gorramendi, en el norte de Navarra, donde también se dedicaban a la SETI. La SETI se dedicaba a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. De todas formas, al final de cada relato figura un glosario con los personajes que existieron realmente para no confundir realidad con ficción.
¿Habrá tercera parte?
En principio, la mitología y la historia son una fuente inagotable para crear relatos. El asunto es tener la inspiración y las ganas necesarias...
El escenario social actual se presta bastante bien a convertirse en un gran relato de terror...
Si, pero es diferente. El terror real, el terror social de irse al paro, de no poder pagar la hipoteca y perder la vivienda, es un terror que agobia totalmente. Yo pretendo que la gente se lo pase bien pasando miedo.


Entrevista publicada en el diario NOTICIAS DE GIPUZKOA (http://www.noticiasdegipuzkoa.com/) el 13 de noviembre de 2013. Redactora: Miren Mindegia