jueves, 21 de febrero de 2013

PRESENTACIÓN EN BILBAO DE "ESPAÑA CRIMINAL"


Ayer, a las siete de la tarde, en compañía de Pedro Ugarte, Pablo Sebastiá Tirado y Pedro Pablo G. May tuve el placer de presentar el libro colectivo de relatos "España criminal".
Tanto quienes estuvimos en la mesa como quienes asistieron al acto disfrutamos y lo pasamos muy bien hablando de lo que nos gusta, los libros, y en este caso de los de género negro.
Como me tocó decir unas palabras, preparé un escrito que, por si os interesa, reproduzco abajo. En realidad nunca leo en las presentaciones, me parecería algo muy rígido, pero me gusta escribir algo de antemano para que pueda servirme de pauta o guión. Comento esto porque seguramente cuando hablé omití cosas o mencioné otras que no aparecen y, afortunadamente, para los asistentes, fui mucho más breve. Pero aún así, para quienes deseéis asistir en diferido a la presentación, aquí abajo os dejo el texto que preparé aunque no leí.


Muy buenas tardes a todos, arratsaldeon guztioi:
En primer lugar, quería expresar mi agradecimiento a los asistentes por acompañarnos en la presentación de un libro con un título tan expresivo como "España Criminal". Un título, pese a lo que pudiera sospecharse, no es oportunista ni está hecho al rebufo de los últimos acontecimientos que han sucedido en España. Entre otras cosas porque quienes participan como autores en este libro conocen de sobra el país y la sociedad de la que hablan, y no necesitan, por tanto, de los últimos escándalos para perpetrar sus obras. Por suerte para ellos, como escritores, y por desgracia para el resto de los mortales, como ciudadanos, ha habido, hay, y ojalá no haya en el futuro, aunque lo dudo, escándalos económicos, sociales y políticos suficientes para redactar no una, sino cientos de obras de género negro. Y es que este libro del que estoy hablando, quizás debería haber empezado diciéndolo, es una antología de relatos de género negro, de ahí su título, que alude tanto al escenario en el que se sitúan los propios relatos como a su temática.
No deseo ponerme la venda antes de la herida, pero como presentador, aunque estoy encantado de estar aquí entre vosotros, tengo que deciros que hablar de una antología de relatos es un tanto complicado. Hablar acerca de una novela es mucho más sencillo, se hace un resumen de la historia, se comentan las características de los personajes, se da un poco de coba al autor, que para eso va a pagar las cervezas que tomemos cuando acabe el acto, y ya está. Incluso hablar de una colección de relatos de un único autor es también relativamente sencillo, podemos referirnos a la unidad intrínseca de los relatos, aunque ésta no exista, a la extensa obra del escritor o, en su defecto, a lo sorprendente de que una primera obra sea tan buena, y finalmente se hacen guiños al editor por su valentía (y porque seguramente pagará la segunda ronda de cervezas) y ya tenemos el problema resuelto. Pero, ¿cómo se puede hablar de un libro compuesto por quince relatos de quince escritores diferentes, cada uno de su padre y de su madre, dicho esto en el mejor sentido de ambos términos? Porque si diseccionamos todos los relatos y autores, la presentación puede hacerse interminable y acabar aburriendo hasta al mismísimo santo Job, si se menciona a unos pocos, pueden generarse controversias indeseadas y, lo que sería mucho peor, si no mencionas a nadie seguramente te quedas sin cervezas a la salida. Un horror, vamos.
Y sin embargo, aunque no tengo nada de masoquista, me he animado a estar aquí, entre vosotros, para presentar este libro. Y si lo he hecho es porque lo he leído. Una verdad de Perogrullo, podréis pensar legítimamente, si no cómo iba este tío a atreverse a presentar el libro...,sí, claro, seguramente tenéis razón, aunque todos conocemos casos de presentaciones en las que..., pero bueno, me estoy desviando del tema y además no es lo que me ha ocurrido a mí, sino todo lo contrario, como acabo de decir. Mi problema, por llamarlo de algún modo, ha sido precisamente que lo he leído. No es que eso te obligue necesariamente a participar en la presentación, siempre se pueden alegar las más variopintas excusas, como decir que ese día tiene un funeral, o un partido de hockey, o que por fin ha ligado, y por una vez que milagrosamente ha sucedido nos e va a perder la oportunidad, para escaquearse. Eso no constituye ningún problema. El problema surge cuando, como me ha ocurrido a mí, el libro que has leído te ha gustado, entonces tienes que presentarlo, quieres presentarlo, necesitas presentarlo, aunque no sepas cómo. Por eso estoy aquí entre vosotros, no por masoquismo.
De todos modos tengo que confesaros que incluso antes de que leyera y disfrutara con el libro me sedujo el proyecto, un proyecto nacido de un colectivo denominado "12 plumas negras" que nació en Castellón o, al menos, situó en esa ciudad, en lo que equivocadamente algunos denominan periferia, los relatos de su primera obra colectiva. Un esfuerzo merecedor de elogio, no sólo por sus intenciones sino, sobre todo, por sus resultados, y que además ha sabido expandirse hasta llegar a esta "España criminal" en la que son quince los autores, aunque podrían ser más, y también más las localizaciones geográficas en las que se ubican las historias. Asío podemos comprobar que Mallorca, Euskadi, Alicante o Cádiz, incluso Uzbekistán, una de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, son algunos de los escenarios que podemos conocer leyendo el libro. Un libro en el que por supuesto, y para deleite de sus lectores, hay detectives, espías, asesinos a sueldo, periodistas e incluso "gente que pasaba por allí", es decir, toda la panoplia de personajes que pueblan el género negro, pero condensados en quince relatos, como ya he dicho.
De lo que aún no he hablado, y creo que es de justicia hacerlo, es de la admiración que siento por un buen escritor de relatos. Y es que, al contrario de lo que mucha gente pueda pensar, en mi opinión es más difícil escribir un relato que una novela. Una novela te lleva más tiempo, más trabajo físico, sin embargo, y como contrapartida, te permite más altibajos, puede haber capítulos sosos o aburridos, personajes desdibujados, situaciones poco coherentes, pero aún así el conjunto puede ser satisfactorio y, pese a esos defectos apuntados, llegar a ser una buena o, al menos, aceptable novela. En un relato, en cambio, te la juegas, ahí no puedes tener altibajos, o la cosa sale o no sale. Y en este caso, la cosa ha salido. Y ha salido, además, con un nivel de calidad narrativa tal que para mí sería muy difícil poner uno o varios de los relatos por encima de los otros. No quiere decir eso que unos no me gusten más que otros o que valore a todos por igual, pero sí que todos, en mi opinión, están bien escogidos y merecen participar en la antología que ahora presentamos. Luego, por supuesto, están las inclinaciones de cada lector. Y las exigencias del guión, que afortunadamente no me exigen desnudarme, como en las películas de la transición, pero sí hacer un poco de chauvinismo literario, me obligan a hablar de los autores presentes.
De Pablo Sebastiá Tirado ya había leído una novela suya ·Secreto de estado", por lo que no me ha sorprendido ni la calidad del relato incluido en la antología ni sus personaje principal. Y es que (y admito que esto pueda sonar a localismo) siempre me ha extrañado no tanto su querencia porque sus personajes sean de origen vasco, siendo el castellonés, sino que sean miembros de la seguridad del estado o alguna de sus agencias más inconfesables. No es que eso hecho sea imposible, pero si ha sido, al menos hasta el momento, bastante raro e inusual. De todos modos Pablo Sebastiá Tirado lo ha hecho y, a mi entender, ha salido muy bien librado de esa apuesta tan personal y literaria.
Del segundo de los autores presentes, Pedro Pablo G. May, aún no he leído nada y lo lamento, tras haber disfrutado con el relato de la antología, en el que nos muestra un Cádiz alejado del estereotipo de las chirigotas y las playas a las que bajamos en verano, un Cádiz con una cultura milenaria que muchas veces desconocemos. Además, en su relato hay un toque fantástico, no muy grande, pero que se inserta perfectamente en lo que no deja de ser un excelente relato de género negro y es que el mestizaje está cada vez más presente en dicho género y cuando se utiliza con habilidad, como en el presente caso, los resultados son francamente satisfactorios.
Y por último, con ese sentimiento un tanto chauvinista que alienta en todos los corazones aunque habitualmente lo neguemos con la boca pequeña, tengo que mencionar a mi amigo y paisano Pedro Ugarte, aquí está presente, al que me corresponde hacerle la pelota no sólo porque me haya gustado su relato sino porque, con toda seguridad, será el encargado de pagar luego las cervezas correspondientes. Pero es que además tengo que confesaros que como vasco su narración, en la que se refleja un aspecto amargo de nuestra reciente historia, la puedo sentir muy cercana, es ese relato que de vez en cuando decimos, ¿por qué no lo habré escrito yo?
Un último apunte antes de acabar, para no aburriros demasiado, más de lo que ya estáis, al menos. Curiosamente no todos, pero sí un buen puñado de los participantes en esta antología, son periodistas o están relacionados profesionalmente con los medios de comunicación, lo que no es algo extraño al género negro. Siempre he sospechado que utilizan la ficción para decir, con nombres supuestos y situaciones inventadas, muchas cosas que saben y que no pueden expresar públicamente de otro modo, lo que no deja de ser inquietante. Pero es que aún hay algo más inquietante que un periodista metido a escritor de novela negra y es un exministro metido a escritor de novela negra, como ocurre en este libro con Jordi Sevilla. Si los periodistas conocen muchas cosas que sólo se atreven a contar disfrazándolas de ficción, ¿qué no podrán contar los exministros? Confío en que no cunda el ejemplo, porque nos dejarían al resto de escritores de género negro sin trabajo. Pero hasta que esa amenaza se materialice, tenemos esta "España criminal" para disfrutar. Muchas gracias.

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