viernes, 8 de abril de 2011

EL TESTAMENTO (ÍÑIGO BOLINAGA)

Felipe II siente que ha llegado su fin. Su vida ha sido toda un conflicto en defensa de la religión verdadera. Y, a pesar de ello, su conciencia se ve ensombrecida por un escrúpulo: no haber atendido al deseo de su padre, Carlos V, quien le encomendó revisar la legitimidad de la conquista de Navarra. Es por eso que insta a su heredero a convocar una junta de hombres doctos (y adictos a Castilla), que solvente la cuestión. Aquella junta se reunió en 1598, dos meses después de la muerte del rey, y emitió un dictamen en el que, como cabía esperar, concluía que, «en el negocio de Navarra», no había lugar a escrúpulo. Castilla daba así por zanjada la cuestión en torno a la legitimidad de la conquista del viejo reyno. Ese dictamen, raramente conservado, pues los componentes de la junta aconsejaron destruir toda la documentación al respecto, es el gran protagonista de El testamento. Iñigo Bolinaga lo pone por primera vez al alcance de un público amplio. Pero, además, recrea las sesiones de la junta, lo que le permite exponer de forma didáctica, siempre pensando en un lector interesado pero no especializado, en qué contexto internacional se produjo la conquista, aclarar cuestiones que han hecho correr ríos de tinta, como las bulas que Fernando el Católico obtuvo del Papa para excomulgar a los reyes de Navarra, y exponer cuáles fueron las razones estratégicas que justificaron aquella acción. En definitiva, una contribución tan amena como rigurosa al conocimiento de unos hechos fundamentales, que ve la luz en vísperas de que arranque la conmemoración del quinto centenario de la conquista.

Artículo publicado en el periódico Diario de Navarra  el 8 de abril de 2001. Redactora: Leire Escalada
Un tema atormentaba la conciencia del rey Felipe II al final de su vida y quiso resarcirlo a través de su testamento. Se trataba de la legitimidad de la conquista de Navarra, una revisión que ya le había encomendado su padre, Carlos V. Ésta es la historia que narra el historiador Iñigo Bolinaga Irasuegui (Elorrio, Bizkaia, 1974) en su libro El testamento. Cómo zanjó Castilla la cuestión sobre la legitimidad de la conquista de Navarra (12 euros, 136 páginas). La obra fue presentada ayer por su autor y por el editor de Txertoa, Martin Anso, en la librería Elkar Comedias de Pamplona y en San Sebastián.
Como indica el editor, el libro es un ensayo de divulgación histórica que puede leerse como una novela. Esa vocación divulgativa o didáctica le ha llevado a utilizar una técnica de ficción para recrear unos hechos y ponerlos al alcance de un público interesado en la historia de Navarra pero no necesariamente especializado. En él se retrata la sociedad de la época y la junta que convocó Felipe II para resolver la cuestión navarra. Bolinaga se basó precisamente en el dictamen de esa junta, disponible en la Biblioteca Nacional, para trazar su historia. El historiador explica que El testamento da noticias de un hecho real del cual tenemos un documento que se reproduce en facsímile en el propio libro. En este se da cuenta de que Felipe II tenía sus escrúpulos de conciencia en cuanto a la posesión del Reino de Navarra. Así, el rey solicita a su hijo (Felipe III), en una copia adjunta al testamento , que haga una junta de hombres doctos para que verifiquen si realmente la incorporación de Navarra a la monarquía fue correcta, de acuerdo a derecho o no. La resolución de la junta, tal como relata el dictamen, zanja la cuestión asegurando su legitimidad.
El testamento de Felipe II no aparece en el libro ya que, como explica Boligana desaparecieron todos los documentos. Este dictamen es un superviviente". De hecho, en el propio dictamen (cuya transcripción también incluye la obra) se insta a quemar la documentación referente al tema.
Para el historiador, este trabajo es un juego doble: se describen las justificaciones políticas o diplomáticas de la invasión de Navarra y lo que fue la España de aquella época. Además se tocan los temas más controvertidos de una forma rigurosa, como las bulas papales. Asimismo, en virtud de la credibilidad, está narrado con un habla muy similar a la de la época. No es exactamente el castellano antiguo porque sería muy árido, pero lo recrea, agrega. Así logra trasladar su investigación histórica de un modo fresco pero riguroso.