martes, 9 de junio de 2009

VASCOS Y CRIMINALES: MILA BELDARRAIN

La escritora donostiarra Mila Beldarrain tiene querencia por la historia como lo demuestran sus novelas Oria, la Sultana Vascona, historia de la mujer que fue amante de Almanzor, regente a la muerte de al-Hakam II y madre del último califa cordobés, o las novelas dedicadas a Petriquilla, una mujer adelantada a su tiempo que quería ser médico: Petriquilla, Graciosa y el Verdugo negro (De San Sebastián a Madrid en diligencia) y El examen (Petriquilla en Madrid). Dicho gusto por la historia se observa también en sus novelas que podríamos encuadrar en el género de intriga o criminal, ubicadas en la Donostia de entreguerras o en el París de la II Guerra Mundial


KURSAAL (Ediciones Huega y Fierro, Madrid, 2000)


En un ambiente cosmopolita, en el que no faltan las alusiones al veraneo donostiarra de la Familia Real, y en el que convergen, en extraña armonía, una adivina profesional, una intrépida periodista que acaba de regresar de África y el joven al que mantiene junto a damas de la aristocracia, plúmbeos profesores de Filosofía y aspirantes a líderes de un fascismo emergente (en la novela aparece un pequeño “cameo” de quien fue líder máximo del partido fascista rumano “Legión del Arcángel Miguel”, Corneliu Zelea Codreanu), las sucesivas muertes por envenenamiento de dos miembros de un selecto grupo de veraneantes hace que intervengan dos despistados policías que a trancas y barrancas, con una inteligencia e ingenuidad pueblerina, alejada de su contemporáneo Hércules Poirot pero apegada al terruño, acabarán por descubrir qué se esconde tras esas muertes y los anónimos que, como un reto a la propia policía, les acompañan.

ENIGMA (Editorial Erein, Donostia-San Sebastián, 2002)


Junio de 1940. El ejército nazi invade Francia y las banderas del Tercer Reich se despliegan como alas siniestras en el Puente Internacional de Irún. Mugalaris, agentes de la resistencia y contrabandistas cruzan la frontera clandestinamente y Donostia e Irún se convierten en nidos de espías. Ahí se sitúa el relato. “Enigma”, basada en hechos reales tan importantes como poco conocidos, es una narración apasionante que sabe trasladarnos a aquellos momentos tan difíciles de la historia. El espía inglés Pat Robertson, la gitana Mumely, Pedro el de los bichos, guiados por el contrabandista Izar, cruzan la frontera y marchan al París ocupado para rescatar varias máquinas Enigma. Las máquinas Enigma fueron un arma secreta e indispensable que permitió a los aliados descifrar los mensajes codificados de los alemanes y ganar la guerra. El París de los primeros días de la ocupación, la actitud, a veces ambigua, que adoptaron los intelectuales ante los invasores, las actuaciones de la incipiente resistencia que se empezaba a organizar y las peligrosas rutas utilizadas por mugalaris y contrabandistas componen el escenario en el que se mueven los personajes. La historia se cierra con los pormenores del famoso encuentro entre Hitler y Franco en Hendaia.
Nos encontramos, pues, ante un relato de gran interés histórico, son pocos los que conocen las aventuras vividas por el grupo de criptógrafos españoles y polacos, que, bajo el mando del coronel Bertrand del ejército francés, descifraban los mensajes alemanes con la máquina Enigma, y, además, ante una narración atractiva, en la que hay que destacar el lenguaje ágil y sencillo, el humor, la fina caracterización de los personajes y la perfecta ambientación del San Sebastián de la posguerra y de aquella Francia dividida entre el gobierno de Vichy y la ocupación alemana.