lunes, 26 de octubre de 2009

ENTREVISTA A DAVID MANGANA (AUTOR DE “FILOS”) EN EL DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA

Son muchos años, a pesar de la juventud, con la palabra entre los dedos. Pero el verbo, al final, se ha hecho libro. Se titula Filos y bajo su nombre guarda 15 cuentos, historias nacidas de David Mangana, quien hoy presentará su obra, a las 19.30 horas, en la Casa de Cultura de Vitoria-Gasteiz.

- Aunque son ya años escribiendo cuentos y participando en diversos certámenes con premios incluidos, ¿qué significa para usted tener entre las manos su primer libro?
- Pues la primera vez que lo tuve, no fue un momento especialmente ilusionante porque el editor y yo nos encontramos una mañana bien pronto después de una noche de insomnio. Pero a la hora o así, cuando lo estuve mirando más detenidamente, fue curioso. Después de tanto trabajo, verlo y tocarlo es casi hasta extraño.
- Son 15 cuentos escritos de forma específica para el libro que hoy se presenta o ha recuperado historias del pasado.
- Es que escribo poquísimo, lo hago a arrebatos. Así que hay alguno que tiene hasta diez años. Lo que sí he hecho ha sido pensar en ellos de forma específica para este trabajo. Hay una unidad entre ellos en cuanto a que existe una persona que describe o vive esos relatos. Y hay pequeños guiños que interrelacionan las historias entre sí, creando un pequeño universo propio.
- Ahora el fruto del esfuerzo llega a las manos del lector. ¿Qué espera?
- Que se lea. Con permiso del editor, me da igual que incluso la gente lo robe, pero que lo lea, lo intercambien, que lo comente, que me lo comente, y que llegue lo más lejos posible. El otro día me decía uno de los hijos de Chillida una frase de su padre que estaba muy bien: lo que es de uno es casi de nadie. Así que ya que me he puesto a compartir estas historias, que se difundan lo máximo posible. A los que les guste, que lo regalen. A los que no, pues también, que se lo den a esos que les caen mal. Es ideal para navidades (risas).
- Busca hacer reír, pensar, tocar unas fibras...
- Lo que quiero es contar esa pequeña historia que me animó a escribir cada uno de los relatos. Sí que hay pequeñas notas de humor, porque yo también me quiero divertir cuando los leo. ¿Hacer pensar? No. Es que a veces ni siquiera yo sé lo que pienso, así que como para pedirles eso a los demás. Son para vivir un pequeño momento de emoción y si eso no se produce es que no han cumplido su objetivo.
- ¿Ha habido momentos en los que ha tenido que obligarse a terminar las historias, a no retocar más?
- Un día me dijo Karmele Jaio una frase de Andrés Neuman: Los cuentos no se acaban, se abandonan. Así que sí, he estado hasta el último momento. Lo que pasa es que si modificas mucho puedes estropearlo. Me gusta que tengan una musicalidad, aunque no sean poesía, pero que las frases tengan fuerza, como un río que te lleva.
- De los 15 cuentos elegidos al final, ¿hay hijos predilectos?
- Sí. Me gustan todos, pero unos nacieron con más fuerza, más directos y les tengo especial cariño.
- Hay quien considera al cuento un género menor. ¿Qué diría ante eso?
- Que el tamaño no importa. El cuento me gusta porque va mucho con mi propia forma de leer. Al final, una novela no deja de estar hecha de capítulos, que no dejan de ser pequeñas historias. Es el formato con el que empecé a leer, con los libros de Ray Bradbury que me dejaba mi tío. Igual no se le da tanta importancia porque los galardones de novela tienen más relevancia, también en lo económico.
- Hablando de premios, ¿ha sacado alguna experiencia de todos a los que se ha presentado?
- Cuando gané el primero, que tenía 17 años, fue un subidón. Pensé: esto es una mina de oro, he ganado uno y tengo 100.000 pelas en la mano. Y me empecé a presentar a todos los que podía, al punto de que escribía no por el relato sino por el galardón. Perdí el norte. Así que me paré y decidí que lo que tenía que hacer era escribir para mí y que, sólo si me apetecía, mandar alguno de los textos a un certamen.
- ¿Tiene una metodología interna para escribir?
- Para nada. El truco está en ir por la calle y te salta una idea, la coges y vas a casa. Te pones el cenicero a un lado, un refresco al otro, y te metes cinco horas en otro mundo. Después encuentras el cenicero lleno de colillas, el vaso vacío y el cuento esperando que lo leas para disfrutar, o no. Pero ésa es toda la metodología. Soy muy anárquico y no me vienen muchas ideas.
- En paralelo a la literatura también ha emprendido una senda en la música. ¿Son mundos que tienen mucho que ver?
- Bueno, ahí también escribo algunas de las canciones. Y en eso se parecen. También en el hecho de que la labor que se hace es a borbotones y que cuando tocas en el local, estás cinco o diez minutos que desapareces del mundo. Pero en Los Cainibales el proceso de trabajo es colectivo y eso es una gran diferencia.
- ¿En cuál de los dos se tiene más cómodo?
- Es que escribiendo llevo muchísimo. Es que es muy divertido. Cuando tienes ese ataque es una sensación muy especial. Estás manejando los hilos pero, al mismo tiempo, dejándote sorprender por ellos. Pero en la música cada vez me siento más cómodo.
- Es su primer libro y también hoy la primera presentación de un libro a la que asiste como gran protagonista. ¿Cómo será?
- Lo que quiero es que sea una celebración. Hacer cosas, un concierto o un libro, es una excusa para reunir a los que quieres y celebrar. Haremos algo divertido.
- ¿Y en el futuro? ¿Tiene ya algo entre las manos?
- Pues hace cosa de tres meses me salió una novela policiaca a borbotones. Cayeron como unas 130 páginas en diez días y ahora estoy apuntándola. Tengo también algunos cuentos en los que estoy trabajando. Pero el verdadero plan es seguir escribiendo. Un libro es un paso más y lo que queda por delante es dar más pasos ya que el camino no se hace solo.
La presente entrevista ha aparecido en el DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el 26 de octubre de 2009. Redactor: Carlos González.

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