lunes, 17 de agosto de 2009

VASCOS Y CRIMINALES: ENRIQUE GUTIÉRREZ ORDORIKA

Enrique Gutiérrez Ordorika, con sus dos novelas que podríamos adscribir al género negro criminal, ha construido una obra muy personal, que sin lugar a dudas merece nuestra atención. Pero si queremos saber algo de él, mejor dejemos que se explique, como lo hace en la página webb de Bassarai, la editorial que ha publicado sus obras: nací en Santurtzi (Bizkaia) un 4 de mayo de 1959, azaroso golpe de dados que encuadra dos evidencias vitales: una temporal, con suerte he vivido sólo la mitad de mi vida, y otra afectiva, todos mis personajes –vivan o mueran aquí, en Soria o en Groenlandia– caminan de un modo que delata: calzan “balandristas” en el alma.
Escribo y, aunque resulte paradójico, a esta pequeña certeza aún no le he encontrado un motivo. Cuando Bassarai publicó Grünnland mi primera novela, alguien me preguntó ¿por qué escribes? Todavía no tengo una respuesta, pero sé que si persevero terminaré construyendo una teoría aparentemente verdadera.
Soy partidario del valor independiente de los textos y enemigo acérrimo de las biografías literarias, por lo que advierto: esta solapa contiene cierta impostura. Si este libro presenta algún interés, desconocido lector, a mí ya no me pertenece..

GRÜNNLAND, UN CÍRCULO EN EL INVIERNO (Editorial Bassarai, Vitoria-Gasteiz, 1997)


La historia comienza cuando un escritor aficionado envía un manuscrito que es aceptado para su publicación por un editor ilocalizable, un hombre con una trayectoria secreta que arrastrará al novelista a repasar y recorrer la historia que como un círculo en el invierno les envolvió a todos.
“El invierno está por todas partes, se puede respirar su eternidad" se nos dice en una de las sentencias poéticas de ese diario enigmático que el escritor encontró y guarda como un salvoconducto que relee en las horas de insomnio mientras esboza sus vidas y reescribe su novela.
Una novela de matices amargos, una memoria que transita por el asombro, el amor y la muerte en lugares como Praga y Lisboa, un enigma literario que descubre la desazón del individuo frente al destino y la lucha del hombre ante las sombras del poder. Una novela que como una metáfora silente se nos abre a un paisaje infinito de soledades, violencia e incomprensión.
Una novela que es un sueño evocador dentro de una novela. Un juego oculto en las lindes del misterio, un itinerario que se convierte en una ilusión donde el lector encontrará páginas coloreadas de emoción e intriga, una intriga internacional en la que los cadáveres aparecen discretamente, sin salpicar las páginas de sangre. Una caja de sorpresas para perderse y reencontrarse con un único nombre en uno de sus vértices: Grünnland.

EL GUARDIÁN DE LA TRISTEZA (Editorial Bassarai, Vitoria-Gasteiz, 2000)


¿Eres feliz? Con esa amenazadora ingenuidad que convierte una simple pregunta en un incierto desasosiego arranca y termina “El guardián de la tristeza”, una historia de inocentes, culpables y náufragos a los que muchas veces cuesta tanto redimir, condenar o conocer como a esa imagen que al lector cotidianamente le devuelve, sobre el lavabo, algún espejo.
Un periodista arrumbado en la sección de Últimas Noticias de un diario de provincias, que en su juventud fue un mordaz investigador al que le tendieron una encerrona por la que cumplió una condena de ocho años encarcelado, recibe un encargo póstumo de una mujer a la que apenas recuerda salvo para evocar difusamente un indiferente desprecio.
Contrariado por esta desvalida muestra de estima y buscando una coartada más que lo confirme en su vocación de desesperado, comienza a hurgar, sin ningún interés en la verdad, en los oscuros sucesos que provocaron la extraña desarticulación de un grupo opositor a la dictadura, mostrándonos la miseria que también existe en quienes siempre hemos considerado héroes.

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